Una tarde de verano llegó con su andar muy gallardo entró. Saco y corbata puesto tenía, mas el aire primaveral consigo traía. No es Don Quijote de la Mancha tampoco tiene como escudero a Sancho Panza. No lleva fina armadura para la embestidura aunque tampoco lleva espada, lanza y escudo, pero si lleva un corazón noble y puro. De piel de Otoño, os habréis oído hablar, muy seguro va por la vida en su andar . Viajero infatigable es en su caminar entre ilusiones, lágrimas y espinas va a cruzar. ¡Oh, Andante!... por buen nombre se te conoce, ¡ahí viene Cid William!, dice el Conde. Que de grandes victorias y fracasos pasaste pero más valor y honor alcanzaste, porque de sabiduría te llenaste. Aunque lejos de su Patria está amor por este su muerte dá. Se rumora que en tierras extranjeras tiene allá, dos hijos que su corazón dá su señora madre que adora, ¡y quien sabe!, alguna doncella que añora. Las damas del pueblo decía: que sabor de labios fi