Mujer, Fuerza y Poesía (Por: Raquel Laínez 1980)

-¡Ah, ahí estas!. Perdón por llegar tarde, Laura. Había mucho tráfico en la calle principal, no sabes los malabares que tuve que hacer para ganar tiempo y llegar hasta aquí. -¡Vaya, vaya, Laura!. No se te escapa nada, solo llego aquí y ya tengo servido el café, mi favorito, un capuchino con una cucharada de azúcar. Te conozco demasiado así como tú me conoces muy bien a mi.-dio el primer sorbo al café. -¿Dime porque me citaste en esta cafetería, Laura?-le sonrió-. ¿Sucede algo? Laura no dejaba de ver a través de la ventana a las personas que pasaban cerca de la cafetería. Comenzaba hacer frío afuera, sabía que faltaba un mes para la llegada del invierno. Aunque detestaba esa estación del año por no poderse adaptar rápidamente a ese clima. Clavó sus hermosos ojos verdes color esmeralda en su taza de café y suspiro varias veces para sí misma y sonrió. -No me sucede nada. Simplemente estoy muy distraída, eso es todo. -Te conozco muy bien Laura y tu no estas distr

Quise llorar mas no podía, el orgullo me lo impedía, pero una noche me lo tragué, y pude ser feliz.

Mírame aquí convertida en roble y piedra, forjada con hierro y acero. Mírame aquí elevar el vuelo de un águila penetrar el aullido de un lobo. Mírame aquí renacer como el Fénix entre las brazas y el fuego, combatiente guerrera Amazónica indomable y valiente. Mírame aquí... mas fuerte que nunca.

Tú serás ese aire fresco que entró por mi ventana en una mañana primaveral, llenando mi habitación de mil formas y colores. Viento tormentoso y fugaz, tempestad que arrebata calladamente mi mente y mis deseos y que una noche, cruzó sigilosamente mi puerta para no decirme adiós. W. G.

Verso caído lleno de silencio, donde se arrastran las palabras simples, extrañas y frías. Letras ahogadas  y apagadas, en párrafos desérticos sin versar. Poema truncado sin razón sin medida. Acento corto, sin pasiones sin amor. Métrica perdida por sus palabras y su ritmo.

Mírame con otros ojos antes de que me vaya con el amanecer. ¡Bésame! para callar este dolor, porque tienen prohibido mis labios decirte adiós. Mírame con otros ojos antes de que me vaya con el amanecer.

  Sino has podido escribirme ¡asumo yo!, noble señor, que no es por evadirme ¿o es que te ata algún amor? Por eso, me permito pensar ¡estimado amigo mío! que es por el frente frío ¿o estas sufriendo algún resfrió? Y esta noche te escribo estos versos sencillos para darte calor y cariño ¿o de mi palabreo te haces el dormido? Noble caballero, ¡quítame este suplicio! de pedirte que no te olvides de mí y no te rías que no es un desquicio, porque puedo creer que te aburrí. (W.G)