¡Prostituta!... Cuántas veces te han llamado prostituta. ¡Cuántas!... una, dos, cien, mil veces. ¡Prostituta!... te grita la vecina. Ésa, la Santa, la que se persigna tantas veces, ¡Tres padres nuestros! por la mañana y ¡veinte Ave María! por las noches. Para ser bien vista en el Reino de Dios. ¡Prostituta!... te grita tu madre. Ésa, la que se avergüenza haberte parido, la que entre botellas de guaro, te crió. ¡Prostituta!... te grita tu padre. Ése, el que te violó a los quince años, te abandono; y regresó para exigir perdón. ¡Prostituta!... te grita la religión. Porque ante los ojos de Dios, sos hereje, impura, impía. Que a ojos cerrados oran para que regresen las practicas inquisitivas. ¡Prostituta!... te grita la sociedad. Que en nombre de las buenas costumbres, te escupen, te ignoran, te detestan y te destruyen. Te convertiste en maniquí carnal para los hombres, Por tres monedas te